“Nunca antes habíamos presenciado un desplazamiento como el que ahora nos hace EPM, y sin tener que disparar un solo tiro”: habitante de Puerto Valdivia, norte de Antioquia.
De muy loable, como todos los proyectos impulsados por el hombre para su propio bienestar, se puede calificar esa mole de rocas gigantescas unidas entre sí por varillas de hierro y acero, que se erige como una gran pirámide egipcia en un estrecho cañón que se cimentó en el transcurrir de los siglos por la Madre Naturaleza, en donde hace una estación de paso el imponente río Cauca, luego de transitar los más de mil 350 kilómetros que recorre desde su nacimiento al sur de la Laguna del Buey, en el departamento que le da su nombre; hasta su desembocadura, dos mil metros antes de Pinillos, municipio del departamento de Bolívar, luego de recoger las aguas de los doscientos treinta y cinco afluentes en los seis departamentos visitados por esta arteria fluvial, hasta entregarse para siempre en el río Grande de la Magdalena.
Se trata del Proyecto hidroeléctrico Ituango, la obra más grande de infraestructura que se ejecuta en el país, cuyo origen data del año 2010, cuando la Sociedad Hidroituango suscribió con EPM el contrato para la construcción de la megaobra, mediante el cual se obligaba a efectuar las inversiones para la financiación, construcción, operación, mantenimiento y entrada en operación de la central, para transferirla de nuevo a la Sociedad, 50 años después de cumplido el ciclo.- La obra está localizada a unos 170 kilómetros al norte de la ciudad de Medellín, y ocupa terrenos de los municipios de Ituango y Briceño donde se construyen las obras principales y de Santa Fe de Antioquia, Buriticá, Peque, Liborina, Sabanalarga, Toledo, Olaya, San Andrés de Cuerquia, Valdivia y Yarumal, quienes en principio verían dinamizar su economía, que históricamente ha sido débil en cuanto a la presencia institucional, motivo por el cual fue el nido donde se empollaron los huevos de la violencia endémica del país.
Para llegar a la actual crisis generada en la obra, tenemos que remontarnos hasta el mes de enero del 2014, cuando se toma la decisión de desviar las aguas del Cauca a través de tres túneles de 14 metros de diámetro cada uno y 1.215 metros de longitud, obra que fue calificada en su momento como una operación inédita en la historia del país.- Y nos instalamos en el mes de abril del 2018, cuando por causas aún desconocidas en su totalidad, se presentaron obstrucciones generalizadas en los ya construidos túneles de desviación, razón por la cual se presentó un llenado no programado e incontrolado del embalse, lo que obstruyó la vía de comunicación hacia el municipio de Ituango y el derivado hundimiento parcial anticipado de los corregimientos de Orobajo, en jurisdicción de Sabanalarga y Barbacoas en Peque, lo que generó un desplazamiento de la población que aún permanecía en el territorio.
Entonces, y ante la proximidad del llenado de la presa, y los avances en la construcción del dique, EPM ordenó sellar dos de esos tres túneles, y fue entonces cuando el invierno -que es el mejor ingeniero y no el verano como suele decir el gobernador Pérez Gutiérrez-, hizo presencia el 28 de abril y el único túnel habilitado sufrió un taponamiento de lodo y material rocoso que obstruyó de manera parcial el paso de las aguas.- Luego una falla geológica, de las dos que atraviesan la zona, Mellizo y Tocayo, provocó un derrumbe que bloqueó aún más el paso del agua; es decir, la tormenta perfecta.
El 12 de mayo el tercer túnel se destapó de manera natural por algunas horas y el paso del río por ese ducto, sumado al caudal que fluía por la casa de máquinas o sala de turbinas, hizo que el afluente creciera en tres veces su dimensión aguas abajo y Puerto Valdivia fue el más afectado con 59 viviendas, dos salones de un colegio destruidos y tres puentes dañados, y pocas horas después, en un hecho aún inexplicable, el túnel se volvió a taponar de manera natural.- La situación se vio agravada días después por un posible riesgo de que el nivel del agua sobrepasara la presa, aún en construcción, y esto generara una rotura que pudiera destruir el corregimiento de Puerto Valdivia y los municipios de Tarazá y Caucasia, junto con las cabeceras urbanas de Cáceres, Nechí y varios de sus corregimientos; razón por la cual se tomó la decisión de inundar la casa de máquinas, aún en construcción, con el fin de hacer que el río volviera a su cauce natural y evitar una tragedia; esta decisión, trajo, sin embargo, una serie de pérdidas incalculables al proyecto.
De las tres veces que he visitado el proyecto, recuerdo la primera vez cuando la obra vivía sus días de gloria, sin nubarrones al frente y por eso pude contagiarme del entusiasmo que respiraban los cientos de trabajadores que como hormigas levantaban paso a paso la gran represa; labor que adornaban con las historias que allí se habían transmitido de generación en generación.- Recuerdo con nostalgia su hermosa casa de máquinas, tachonadas con letras indígenas que recogían lo mejor de nuestros ancestros históricos, así como el hecho de que allí, en lo más profundo de la montaña, a más de 300 metros del piso, se construyó una glorieta con dos destinos: uno a Ituango y el otro que conduciría a Puerto Valdivia, cuyo uso para el transporte particular sería sometido a un estudio, puesto que reduciría en varias horas el recorrido desde Medellín hasta Caucasia, y por consiguiente a la Costa Atlántica.
Hace poco se conoció una decisión que ordenó suspender las obras del proyecto Hidroeléctrico Ituango, emanada por la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, la Resolución 820, que pese a que fue firmada el primer día del mes de junio, se reveló casi 27 días después, en donde se aclaraba, además, que debían seguir los trabajos de mitigación de la emergencia, y, un agregado que llamó la atención del Gobernador Pérez Gutiérrez, como fue la constitución de unos peritos externos para que diera cuenta de todo lo acontecido en la obra y que hasta la fecha se desconocía.
Fue por ello quizá que la directora de la entidad, Claudia Victoria González Hernández, dijera a los medios que esa ha sido una de las decisiones más complejas que había asumido en los últimos dos años como máxima autoridad en el tema ambiental.- Acerca de la demora de la publicación, la funcionaria aseguró que se tardaron en anunciar la determinación para no generar una mala interpretación que conllevara al agravamiento de una emergencia de tamaña envergadura en el país.- Explicó, además, que el alcance de la medida tiene que ver con la propia atención de la emergencia y las medidas de manejo y protección, tanto de la comunidad, el medio ambiente, y el seguimiento y monitoreo. Sin embargo, un tema urgente de solucionar es el problema de estabilidad en la montaña, donde hay dos zonas de deslizamiento que es necesario que se atiendan de manera inmediata y están monitoreadas permanentemente. Preguntada sobre los hechos que la llevaron a decretar la suspensión, González Hernández, dijo que se tuvo en cuenta la evaluación que hicieron los peritos del cuerpo de ingenieros de los Estados Unidos y la ONU, que consideraron que para garantizar la estabilidad de la presa y que la contingencia no continuara, era indispensable finalizar la construcción de esta, no con el lleno prioritario, sino con su impermeabilización, es decir, como estaba diseñada inicialmente. Esas obras, EPM estima terminarlas el año entrante.
En su momento más crítico, a finales del mes de mayo, hubo que evacuar cerca de 25 mil personas aguas debajo de la presa, tal como se registró en los medios de prensa, y para este viernes 13 de julio, el balance es el siguiente, según las cifras oficiales: 5 mil personas evacuadas, 1.800 en albergues, 3.200 en casas, pero otros que se encuentran autoalbergados, que fue el nombre con el que bautizaron a lo que antes llamábamos “cambuches”.
Esa noche del 23 de junio, la última de mi visita al proyecto y cuando hacíamos el regreso hacia Medellín, noté que uno de mis compañeros de viaje no disimulaba su preocupación porque dijo que tenía noticias de que por esa zona deambulaba una columna del frente 36 de las Farc, liderada por Ricardo Abel Ayala, Cabuyo, quien desatendió el Acuerdo de La Habana y hoy ese reducto genera mayor preocupación que el propio río Cauca.- El colega no se sintió tranquilo hasta cuando pisamos los terrenos firmes de la troncal e ingresamos al parador de Santa Rosa de Osos, cuando caía un torrencial aguacero y vi que los demás periodistas se concentraban en sus portátiles para enviar el material a sus medios, y entonces escuché una canción del siglo anterior que se llama “El progreso” en la voz gutural del brasilero Roberto Carlos, y me di cuenta de que su mensaje no había sido escrito en vano.
Yo no estoy contra el progreso
si existiera un buen consenso,
errores no corrigen otros
eso es lo que pienso.
Aquella estrofa se me quedó grabada y creí escuchar varias veces la canción hasta cuando una voz de mujer me despertó en las afueras del edificio inteligente de las Empresas Públicas de Medellín: eran las 11 y 17 minutos de la noche.
P.D. A propósito del desplazamiento producido por una falla derivada de una decisión gubernamental, me recuerdan el famoso Decreto 517 dictado por el alcalde de Medellín de la época, apenas cuatro días después de su posesión oficial, Luis Peláez Restrepo y su Secretario de Gobierno, Alfonso Restrepo Moreno, fechado el 22 de septiembre de 1951, mediante el cual declaró al barrio Antioquia como zona de tolerancia y disponía de asesores para que “las señoritas honestas” y sus familias pudieran alquilar y vender casas en otros barrios de la ciudad. La historia ya la conocemos.-
CARMELO ANTONIO RODRÍGUEZ PAYARES es reconocido periodista y escritor antioqueño que ha destellado en los medios hablados y escritos. En la actualidad dirige la revista El Tábano, con sede de influencia en el bajo Cauca, y en el municipio de El Bagre donde reside.
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