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Por: Kevin Arley Antequera Jr.
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Medellín, 21/10/2024 Acababa de cumplir ocho fresquitos años cuando ya la telenovela
`Escalona` ganaba tremenda fuerza en la tele. Uno siempre resulta marcado por acontecimientos en la vida, y, siendo apenas un niño, no podría yo jamás olvidar el revuelo que se vivía en casa con todos mis tíos y primitos echando muela rápido a la comida y al licor, porque tenían que irse a casa a ver: unas a Carlitos Vives, y otros a la mamacita Florinda Lemaitre.
Pero les cuento que solo dos canales de televisión había, entonces era muy clara la situación, o uno veía las telenovelas, o se tenía que jartar unos programas bien ladrillos que daban en el otro canal, casi siempre entrevistas, y siempre con Pacheco o doña Gloria Valencia.
Pero... mucho cuidado con creer que era solo lo que había, no por nada demeritar a
`Escalona`, esa vaina tenía tremenda trama, la super música vallenata y un elenco de actrices y actores de lo mejor de Colombia, esa es la razón para lograr paralizar las noches de los hogares colombianos, y pa `que, en la escuela unos queríamos parecernos a Vives y uno también se enamoraba de niñas que tenían el aire muy cariñoso de la florecita Lemaitre.
Recuerdo que cuando terminamos el año escolar, mi padre - que en paz descanse ya -, me prometió que si llegaba de primero al finalizar el quinto de primaria me regalaría un acordeón para que tocara así de bacano como Egidio Cuadrado, ese era su ídolo desde que se coronara Rey Vallenato por allá en los años sesenta, que ni siquiera mi existencia había sido programada todavía.
Cuando cumplía mis 13 años, yo ya estaba en Bilbao, España, donde mi tía Carolina, ella también costeña colombiana como mi papá, de allá, de Sahagún, Córdoba. Jamás pude olvidar mis rastros vallenatos de telenovela, influencia aquella que se hizo màs viva con la gira de Carlos Vives y sus Clásicos de la Provincia por toda España en ese año de 1995. Recuerdo que con mi padre y mi tía fuimos al concierto en la emblemática Plaza Nueva, y bastante que sufrimos para conseguir las entradas, y eso que era la tercera noche de Carlitos Vives y su grupo en la inolvidable Bilbao.
Desde entonces vale contarles, que me hice bien seguidor de Egidio Cuadrado, no solo porque mi padre cumplió su promesa de llevarme un acordeón de 21 techas, sino además porque se apareció en mi cuarto con un afiche inmenso donde Cuadrado aparece sonriente con un sombrero vueltiao y su acordeón en modo de concierto, con ese carisma inundado de tremenda vibra costeña.
Desde entonces, yo comencé a coleccionar toda la música de Vives, y tengo ya casi 30 cuadernillos de recortes de toda la peregrinación mundial del vallenato con Vives y su gente, pero también mucho video grabado en conciertos donde me centro en el inmortal del acordeón vallenato Egidio Cuadrado.
Pero debo finalizar como comencé, muchos de ustedes se preguntarán donde quedó mi acordeón y la fiebre de mi padre por verme tocando vallenato. Pues les cuento que el instrumento fue a parar a Monterrey, México, donde vive mi mejor colega medico que interpreta el vallenato y ha quedado en los tres primeros lugares en el famosos festival de la leyenda vallenata en esa hermosa ciudad. Yo en cambio solo canto vallenatos en Tik Tok para mi gente que ama el folclor. Recuerdos eternos para el inmenso e inmortal Egidio Cuadrado.
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