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¿Popularidad o respeto?

En este punto que nos ocupa, no es bueno que en el pueblo que es el soberano quede la sospecha de que los congresistas con su indumentaria festiva, han entendido estos tiempos como una especie de época para el turismo en familia o la vida fácil, cuando el común de los colombianos la tenemos difícil. Muy por el contrario, la labor del congresista debe irradiar autoridad, respeto y seriedad.

FRANCISCO ZAPATA VANEGAS
Docente de número en Escuela del Buen Vecino EBV
Instructor Voluntario IVOL
[email protected]

En Colombia, muchos de nuestros congresistas siguen sin lograr conectarse con la gente. Luego de mostrarse reticentes al modelo pertinente del teletrabajo en todo el mundo, opción hoy tan normal para el docente de la escuela, como para el medico, el periodista, el artista, y el trabajador bancario; muchos de ellos la han acogido con cierto desdén, así lo demuestra sus descuidadas apariciones en sesiones virtuales con precario e inadecuado vestuario, algunos en pantalón corto, otros con delantal de cocina mientras cortan la cebolla, en fin, asumiendo la labor lesgilativa como un relax en familia, y dejando entrever cierta tónica reguetonera como si su onda pareciera competir con los babys del genero urbano. Más allá de la pose premeditada de lo cual no es posible hacer juicio alguno, tan infortunadas escenas es más bien acción de otro costoso asesor de imagen de los que suele contratar el Congreso de la República.
La tarea de legislar, así sea en la modalidad del teletrabajo, en manera alguna la podemos confundir con las acciones espontaneas y propias del oficio sutil y rosa de entretener en vivo de las estrellas Maluma, J Balbin o Shakira en sus virales redes sociales. Lejos de toda posibilidad de espectáculo, la función legislativa es función pública sagrada, y, como tal, debe realizarse conforme protocolos que ordenan las leyes del funcionamiento de las cámaras, atendiendo a parámetros estéticos de presentación honrosa en ejercicio del cargo, se podría excepcional la corbata, incluso el pantalón formal y zapatillas que no los alcance la dimensión de pantalla, pero jamás la imagen podría coincidir con la indumentaria de entrenamiento de los futbolistas, ni mucho menos con los atuendos de los chef, o la estampa familiar con la mascota y el niño. Señores de los poderes públicos, en el mundo de hoy, donde hay que dormir con un ojo abierto y otro cerrado, hay que cuidarse hasta de los asesores showman que confunden una cosa con la otra.

En la reciente teleconferencia con los jóvenes de la selección Colombia, iconos deportistas que atrapan todas las miradas, no aparecen con vestuario de entrenamiento ni de juego, aparecen informales pero acorde con la elegancia que habla bien de la administración adecuda de la marca personal, la misma que armoniza con la marca de toda una nación que representan, son generación fresca que sabe del respeto y cumplen con amor patrio los respectivos protocolos.

Los que ejercemos una profesión u oficio, sabemos que los expertos en teletrabajo recomiendan organizar en casa un lugar adecuado que sea clara referencia del tradicional sitio donde actuábamos,sin jamás olvidar el respeto a los destinatarios de la imagen y el mensaje. Es una sencilla regla de oro vigente desde los tiempos antiguos de Roma citando a Cesar cuando defendía a su esposa por encima de toda sospecha, al afirmar que «La esposa del César no solo debe ser honesta, sino parecerlo». En este punto que nos ocupa, no es bueno que en el pueblo que es el soberano, quede la sospecha de que los congresistas con su indumentaria festiva, han entendido estos tiempos como una especie de época para el turismo en familia o la vida fácil, cuando el común de los colombianos la tenemos difícil. Muy por el contrario, la labor del congresista debe irradiar autoridad, respeto y seriedad.

Los oficios llegan a la virtualidad para quedarse, para consolidar dignidad, no para perderla. Casos como la telemedicina, la consulta medica virtual, el aprendizaje significativo desde los dispositivos electrónicos donde se advierte la importancia de presentarnos adecuadamente, compromete al medico a inspirar en virtualidad su consultorio físico, presentar su vestuario que incluye principalmente pantalones blancos y batas, al igual que el docente con ropa adecuda propenderá a infundir respeto y credibilidad, lo mismo el presentador de deportes que se ve desde su casa con suma elegancia, en lo espiritual el mismo Papa y los sacerdotes cuidando mucho su habito, así como lo hace el Presidente de la República y todos sus ministros. Ni que decir en la justicia, los jueces que con su vestido de negro desarrollan toda su ritualidad desde un rinconcito de su casa. Aunque la virtualidad nos provee de ingeniosos e innovadores recursos, para nada pierde vigencia ese dicho tan popular según el cual el habito no hace al monje, pero ayuda.

Si pretenden los congresistas llegar a los niños y adolescentes en "short" y con detrás de cámaras a la manera de ídolos urbanos, les mintieron quienes los asesoraron; jamás un joven desea ver a su profesor vistiendo en precarias prendas, ellos siempre buscarán referentes. Entonces para el congresista el único camino es presentarse con dignidad, tal vez no logre la popularidad deseada, pero si podría acceder al respeto y la credibilidad al consagrarse por entero al especial control político a fin de salvaguardar el sistema democrático, porque si la apuesta es la popularidad, el poder ejecutivo va muy adelante.

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