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¿Y el Congreso?

"Parece una verdadera ironía que el órgano por excelencia de representación y democracia, carezca de legitimidad; pero no es un fruto del azar, esta institución en si misma se ha ganado su desprestigio e indirectamente todos los colombianos somos culpables en mayor o menor medida de ello."

JUAN DIEGO BARRERA ARIAS
Abogado Universidad de Antioquia
Barrera Arias Abogados & Asesores
[email protected]

Es lamentable que la institución propia, que la fuente prístina y coyuntural de la democracia colombiana y de cualquier democracia, sea al tiempo testimonio de la degradación de la misma estructura del Estado; o dado que sus miembros son representación de la sociedad; una pequeña versión a escala de lo que es la sociedad colombiana.

No hay otra forma para nombrar que, en Colombia, el Congreso de la República está en deuda, imposible segmentar una opinión sobre dicha institución, es importante resaltar que, como cualquier institución humana, hay personas valerosas y que resaltar; pero ya cada uno estimará sus juicios, por ahora debemos hacer una verdadera reflexión sobre más que la existencia de su funcionalidad; que no depende de sí mismo, sino de sus miembros y directamente de sus electores.
Una propuesta en últimos días ha salido a flote, y dicha propuesta es la reducción del Congreso de la República de manera considerable; no es una proposición que diste del gusto de muchos colombianos; pero esta no resuelve el problema de fondo; el mal de nuestra política parlamentaria es un problema endémico, sistemático, orgánico; el reducir el Congreso solo conllevaría a socavar la representación de algunas regiones, al punto que concentraría el andamiaje clientelista en unas pocas manos, es decir, resultaría más perjudicial el remedio que la enfermedad a combatir.

Aunada a la anterior situación, se ha visto proliferar en redes sociales, y derivado de esta cuarentena, que en Colombia no necesitamos un Congreso, y ello porque sólo hasta hace unos días (cuando su instalación constitucional es el 16 de marzo de cada año en su segunda legislatura) están realizando sus primera sesiones virtuales; sesiones que si bien son de importancia para el funcionamiento democrático del país, no representan a una gran cantidad de colombianos que derivados de la emergencia esperan que sus voceros políticos allí investidos, propugnen la bandera de aliados para la solvencia de tantas necesidades y aquejas que vive la población. El haberse convertido el Congreso de la República en una entidad totalmente ajena a la realidad social, lo deslegitima y lo conlleva a una crisis de credibilidad, dado que no se espera nada de dicha institución y lastimosamente esto fortalece el sistema presidencialista y entuerca de manera más fuerte los problemas de corrupción que allí se configuran, porque no puede negarse que ante una institución totalmente desvalorada y ajena, vuelve invisible para muchos, y esto solo ayuda a la corrupción para extender sus garras.

Parece una verdadera ironía que el órgano por excelencia de representación y democracia, carezca de legitimidad; pero no es un fruto del azar, esta institución en si misma se ha ganado su desprestigio e indirectamente todos los colombianos somos culpables en mayor o menor medida de ello. La tarea que nos resta es construir un nuevo Congreso y que este se construya no desde una reforma constitucional que lo reestructure, sino desde una actitud política ciudadana que lo demande. Cuando con razón y postura elijamos personas con las capacidades que se requieran para un buen actuar político, las instituciones serán otras, a pesar de salvaguardar su misma estructura. Claro está que es una tarea pesada y ardua, porque no es ajeno que, para las grandes casas políticas y clanes de corrupción, mantener el estado de las cosas tal cual, es técnica de su supervivencia, por lo que es triste decir, que esta institución está en constante lucha por mantener las cosas iguales, porque sólo eso les garantiza su estabilidad y reelección recurrentemente.

Me resisto a pensar que a pesar que el Congreso de la República es la representación de una comunidad socialmente “organizada y civilizada”; este en realidad no represente una gran cantidad de colombianos y colombianas que tenemos una postura sensata sobre la realidad de nuestro país, de la verdadera sociedad que afrontamos y de los verdaderos retos de un Estado clientelista en su actuar. Esperemos que poco a poco la conciencia de muchos de nosotros sea más proactiva para cambiar las cosas, porque no puede esconderse que la omisión de todos estos años por verdaderos cambios en nuestro país no se ha dado por falta de políticos, estos sobran, sino por falta de voluntades de personas con criterio político (votantes) para darle un aire a nuestra democracia.

Juan Diego Barrera Arias, es jurista de la reconocida firma Barrera Arias Abogados & Asesores. Abogado de la Universidad de Antioquia, es innovador pedagógico, como Director Canal Youtube, La Nota Jurídica. Hace parte del Grupo Consultor de la Escuela del Buen Vecino en la SAI.

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¿Y el Congreso?, Tema Forochat, reflexión de la semana con el jurista UdeA, doctor Juan Diego Barrera Arias. Imagen es.wikipedia.org