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LA SOLIDARIDAD NO ES CARIDAD, ES AYUDA MUTUA Tema Forochat
Constitucionalista Francisco Zapata Vanegas
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La Solidaridad como mandato constitucional

La experiencia de estos días de aislamiento, debe comprometernos a transformar nuestra humanidad, nuestra manera de vivir tan indiferente y egoísta cuando se trata de considerar la suerte de los demás. Es el momento de comprender que hacemos parte de una comunidad nacional asentada en un territorio, donde nuestro proyecto de vida es viable, en la medida en que nos articulemos con el interés general y, que eso solo es posible de alcanzar, si nuestra existencia la iluminamos con el faro de la defensa de la Dignidad Humana, mandato rector de la constitución de Colombia.

Ante el prolongado aislamiento decretado por las autoridades legitimas de nuestro modelo de Estado Social de Derecho, es fundamental comprender con claridad la misión de las autoridades públicas, cual es la de velar por la vida e integridad personal de toda la población. Es entonces el llamado a reflexionar la medida que nos puede parecer deprimente, contraria a la libertad y al bienestar individual. Y ese inaplazable ejercicio solo es posible, si incorporamos la solidaridad a nuestras vidas en esta etapa de nuestra historia, cambiar el paradigma según el cual, la solidaridad es caridad, no..no, la solidaridad es ayuda mutua, es saber que de ese modo nos protegernos, protegemos a nuestra familia y a los miembros de la sociedad de la que hacemos parte como un todo.

Invitemos a mirar el lado amable de la crisis, reconocer que por fin tenemos bajo techo a la familia para sentir la tensión de la natural controversia propia de la convivencia con los mas cercanos, no olvidar combinar solidaridad con tolerancia para reencontrarnos en la célula básica de la sociedad. Olvidemosnos del afuera, renunciemos a la rutina placentera del gimnasio, el bar, el café con los amigos, el deambular por centros comerciales, la agenda del cine, la rutina de acudir al fútbol o al concierto; permitamos que surja y brille el ser solidario que hemos tenido oculto, despertemos al mundo de la bondad sin limites que enseña la naturaleza, vivamos a plenitud la gran realidad que se traduce en la palabra solidaridad.

Gracias a la solidaridad que funda nuestro modelo de sociedad desde la Constitución, debemos disponernos a entender y comprender por vez primera que hacemos parte de la aldea global vecinal, que la única manera de realizarnos como eco vecinos, es proyectando, planeando, y ejecutando acciones para el buen vivir contando con el otro,con el próximo, con el migrante, con la mujer, con el niño, con el anciano, con el diverso; porque es la única manera de hacer la diferencia entre estar vivo o exponerse a no estarlo.

Viviendo con excepcional intensidad la solidaridad, es posible renunciar a toda clase de ansiedad y depresión a causa del encierro temporal. Incluso resulta solidario concebir nuestro encierro como mayor garantía de alivio a otros seres sintientes, aquellos como los animales que están afuera gozando de la tranquilidad de no ser alterados en su estado de naturaleza, gozar con la plena libertad de las aves, y soñar desde nuestra ventana de cautiverio que alguna vez podríamos contar con aire puro, además de saber que por estos días, las aguas de los ríos es más limpia. Nuestra privación solidaria entonces, es el derecho a una vida digna de otros seres y, eso debiera inundarnos de resplandeciente felicidad.

Y en cuanto a la crisis que vive el mundo, ser solidario nos invita a pensar en la persona enferma del virus, condenada en estos momentos a está sola, sin parientes, esperando en la soledad infinita a que el mismo mal se apiade y le conceda la liberación. El encierro nos convoca a la grandeza de pensar solidariamente en aquellos tan lejanos, que encerrados en un crucero en altamar están en la condición profundamente triste de no ser de allí, ni ser de allá. Ser solidarios también nos invita a abrir nuestra mente para apreciar los numerosos millones de personas, que en otros continentes solo tienen relación con el mundo exterior a través de una ventana. El sentir solidariamente el mundo critico de tantos seres humanos, que depronto quedaron atrapados en los aeropuertos sin un país que los reciba. La grandeza de superar nuestra vaga soledad, a fin de brindar una oración solidaria por la mujer que murió en pleno aislamiento sin poder ver por última vez a su hijo. Es el momento para derramar una lagrima propia de nuestra débil humanidad, ante el episodio de aquel hombre que en su obligado encierro no pudo ir a ver morir a su madre.

Es precisamente la solidaridad la que nos permite reconstruirnos y realizarnos en defensa del bien primigenio de la vida sin importar barreras ni fronteras. Así las cosas, este confinamiento deja de ser trágico y, no hay razón de peso para que lo sea, si todavía alcanzamos a ser sensibles a los más de 700 muertos en Italia en un solo día.

Vivir con entusiasmo la solidaridad que ordena nuestra Constitución no puede entonces tener excusa, hay suficiente e inagotable alimento de inmenso humanismo solidario de miles de millares seres que donan su tiempo, su dinero, su familia, su salud y su vida para ser solidarios con la defensa de la vida de todos: las enfermeras y los médicos, la policía, los comunicadores, y el ejercito de Instructores Voluntarios IVOL, todos ellos como Buenos Vecinos de esta Aldea Global Vecinal, lo entregan todo sin vacilación alguna, su arrolladora fe la viven en cuerpo y alma, todo con el propósito de salvaguardar ese valor fundamental que a todos nos obliga la Constitución colombiana, valor que es universal: ¡La Solidaridad! FZV, especial para forochat.com.co

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En pleno 2020, cuando la humanidad vive una dura prueba, regresa el constitucionalista Francisco Zapata Vanegas con otra entrega de Energía para el alma. Imagen Wikiquote