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ESTRATEGIA QUE DEBILITÓ SECTOR CONSTRUCTOR EN COLOMBIA

CARLOS ANDRÉS ECHAVARRÍA BLANDÓN Critico Político
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En Colombia, durante muchos años se contó con una estirpe de empresas dedicadas a la ingeniería en el más alto nivel local, e incluso muchas de ellas contaban con una alta reputación internacional debido a la calidad de sus diseños, a las buenas prácticas durante las construcciones y a la durabilidad de sus obras. Los que somos ingenieros crecimos soñando con pertenecer a empresas de la talla de Integral, Ingetec, AyA, Coninsa, Conconcreto, entre muchas más; a sabiendas que estando allí se habría logrado el objetivo de estar rodeados de las mentes más capaces en la ingeniería de nuestro país y así poderse pavonear por todas las facultades de ingeniería diciendo que se pertenecía a la élite del ramo.

Todo cambió cuando la facilidad de unos gobernantes, con una miopía infinita y con una pereza mental e incapacidad de análisis, deciden que toda la contratación pública se debe hacer adjudicando siempre al más barato, no al más capaz, no al más hábil, no al de más experiencia, solo tenía importancia el más barato. Unos gobernantes que comenzaron a generar el problema creado con la adjudicación solo por precio, ideandosen unas normas que los licitantes deberían cumplir para poderse presentar, entre ellas sobresale la de exigir que las empresas contaran con Certificación de la Calidad, normas ISO 9001, 14000, 18000, y otras coetáneas. Pero cualquier día un abogado demandó y un juez le dio la razón, sentenciando que era discriminatorio que una empresa que no contara con aseguramiento de la calidad no pudiera participar.

Como ya no podían exigir calidad, entonces volvieron solo al precio, pero para garantizar que las empresas tuvieran músculo económico para desarrollar las obras, se comenzó a exigir unas condiciones casi imposibles para las empresas colombianas y, allí comenzaron las alianzas y las participaciones con empresas que solo colocaban los avales para el apalancamiento financiero. Las empresas tradicionales quebraron al no responder a esa nueva forma de contratación, sus ingenieros recibían grandes salarios, y las exigencias que hacían en sus diseños requerían siempre materiales de altísima calidad. Comenzaron entonces a perder todas las licitaciones en las cuales participaban, licenciando en el día a día a esas mentes creativas y capaces. Se asociaron con banqueros o con inversionistas a los que solo les interesa el retorno de su inversión con ganancias cuantiosas en el menor tiempo posible.

Con la desgracia anterioremente expuesta, la incompetencia del Estado llegó con la decisión de escritorio de trazar carretera de un punto A al punto B, advirtiendo a las empresas que cada una era responsable del diseño y ejecución, obviamente siempre ganaba el que menos especificaciones tenía, el que realizara la vía por las peores condiciones, sin puentes ni túneles, con velocidades de 60 km/h, pero eso sí, “a condición de ser las más baratas”. Comenzó a dispararse el precio de las obras públicas rompiendo la lógica, sin tener un diseño detallado, sin tener un presupuesto dictado por una empresa sería. Se renunció a preguntar: ¿Cómo saben que el valor ofertado es realmente un buen precio?. Cuando esto rige la contratación de obras, surgen los carteles de las obras públicas con lideres que quieren solo mover y multiplicar hora tras hora sus capitales. Luis Carlos Sarmiento Angulo, otrora banquero, ahora financia todas las vías del país y participa en todas las licitaciones con muchas empresas. Increíble, pero en una vía gana una de sus empresas, en otra gana con otra firma y en otra gana con otra asociación y así, todas sus empresas ganan y ganan. Pronto se dieron cuenta que después de ganar, lo importante no es terminar la obra, es dilatarla y dilatarla, y por cualquier quedando la opción de la adición al contrato.

Como ejemplo, una licitación en Colombia puede decir que se requiere una camioneta 4 x 4 color blanco. Se presenta mercedes con la Clase X, se presenta audi con la Q7, la toyota con la TXL, pero también se presenta chana y fotón. Pero como se adjudica siempre al más barato, adivinen a quién se le adjudicó?.

A todos nos asombra la velocidad con la que los asiáticos y europeos construyen o reparan una vía. En varios países vecinos se tienen rendimientos de varios cientos de metros al día en repavimentaciones. Aqui en Medellín y demás ciudades contamos con las mismas máquinas, con los mismos materiales y con una mano de obra de lujo, pero si se acaba la obra se termina el contrato y es por eso que les celebramos cumpleaños a cualquier reparación en cualquier vía de un barrio. Se tienen kilómetros y kilómetros de mallas verdes de obras en ejecución y nada de avance, un hueco que 300 metros dentro de la ciudad de Medellín lleva más de un año y eso que es en la artería principal de la ciudad. Es inaudito que una obra como Parques del Río tome ya dos años de construcción y no se le ve fin.

Como lo importante es dilatar y tener sobrecostos, las empresas de ingeniería mutaron a ser bufetes de abogados. Los otrora salones llenos de ingenieros en las constructoras se cambiaron por ejércitos de abogados, todos ellos buscando una deficiencia en los pliegos, un doble sentido en la redacción y una falla que permita que se puedan realizar las adiciones y por ende los aumentos de los pagos por parte del Estado.

Y nadie dice nada con esta modalidad que desangra a nuestros ojos el erario público. Se hacen obras solo por vanidad, se hacen arterías sin sentido, pero en la placa estará el nombre del prócer que la ejecutó, Parques del Río, un exabrupto de cientos de miles de millones de pesos, la misma mega obra que representó una masacre ambiental al bosque nativo del barrio conquistadores, un sitio para recoger excrementos de perros y un embotellamiento del tráfico las 24 horas del día, exhibe a su entrada una frase de cajón, muy mala por cierto, con una pésima redacción, que representa solo la altura de su autor Aníbal Gaviria. Otro esperpento fue el puente de la 4 sur, ego del burgomaestre Alonso Salazar terminada en el año 2012, que hoy, casi 7 años después de su inauguración, no cuenta con vías de acceso. Obra faraonica que desata otro embotellamiento a su entrada en la avenida el Poblado o en la vía Guayabal. Los casos son innumerables, y con el grado de corrupción en nuestro país se pasa a otro nivel critico, deciden que la totalidad de la obra, la debe financiar el contratista, con lo que se dio el golpe de gracia a los constructores colombianos facilitando al entrada en escena de Odebrecht y demás.

Ante el panorama de los carteles multinacionales de la corrupción de las obras, los puentes se caen o se arrugan, se hacen vías para beneficiar familiares de ministros, y se llega a situaciones de riesgo integral para el Estado y la sociedad: las hidroeléctricas quedan tan mal diseñadas, sus muros tienen problemas para contener el agua a raíz de su irracional improvisación que deja de lado el factor humano. Así las cosas, no debemos dejarnos engañar en medio de la nube de polvo y conmoción. Es falso en absoluto que la ingeniería este en crisis, no, nuestros ingenieros son grandes profesionales, tienen experticia suficiente, son altamente capaces, un ejemplo es nuestro gran amigo el doctor Alberto Piedrahita Muñoz, así que el problema no son los ingenieros, el problema está en el sistema paquidérmico, corrupto, y perezoso de ejecución de las obras públicas.

Nuestro profundo e inmenso dolor de patria es con el fracaso de las obras públicas. Los ministerios en Colombia deberían contar con excelentes departamentos de diseño que revise en detalle técnico los pliegos de petición con todas las especificaciones de detalle, con la clase de materiales que se requieren, con los tiempos exactos y con una interventoría prodigiosa que permita el perfecto desarrollo de la obra. Solo así, exigiendo a los proponentes de manera clara lo que se necesita sin renunciar a mirar que empresa ofrece el menor valor, lograremos ver la luz al final del túnel. CAEB

Carlos Andrés Echavarría Blandón es Ingeniero Civil de la Universidad Nacional, Especialista en Gestión Empresarial de la Universidad Santo Tomás, Creador de empresas y líder en emprendimiento con amplio reconocimiento público y privado en razón de sus Asesorías e interventorias.

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En La Calle Lo Dice, el critico ingeniero Carlos Andrés Echavarría Blandón, con el tema de la crisis de la construcción en Colombia. Imagen cortesía SciELO.