La semana que pasó, fue muy movida por los comentarios que el ministro Carrasquilla, hizo por varios medios de comunicación, diciendo que se necesita de carácter urgente una reforma tributaria y, que se gravarían los productos de la canasta familiar, ya que se tienen faltantes en el presupuesto nacional para el año 2019. Un bonito regalo que nos dejó el desastre de Juan Manuel Santos, antes de partir a montar bicicleta en la ciudad de Miami. El ex Presidente Uribe, también habló al respecto, recomendando un aumento extraordinario del salario mínimo en nuestro país, a fin de aumentar los niveles de consumo y reactivación de la economía, medida maquiavelista, que pocos se han atrevido a desmenuzar.
¿De dónde le salieron tantos problemas económicos al país?. Según el ex Presidente Santos, y su ministro de hacienda Mauricio Cárdenas, la situación estaba controlada. Pero nada más alejado de la realidad. Coexisitian dos escenarios. Mientras se discutía sobre el Proceso de Paz, la JEP., el Nobel, la OCDE, la Otan, en otra realidad se estaba desangrando las finanzas del país, hasta puntos que son casi inmanejables, con un serio peligro de llegar a una cesación de pagos que destrozaría la economía del país, amenazando una bancarrota generalizada que llevará a la peor crisis en la historia de Colombia.
El primer indicador es el de la deuda externa del país, que como toda deuda se debe pagar. Lo dramático lo representa una cifra: la deuda del país acumulada entre 1810 donde comenzó con 0 pesos, hasta el año 2010 era de algo más de 67.000 millones de dólares. Hoy es del orden de los 132.000 millones de dólares por cuenta de Santos endeudó al país. Equivale a la deuda pública entre los períodos de Simón Bolívar hasta Álvaro Uribe. A esto le sumamos por cuenta del gobierno Santos, el desaprovechar la bonanza petrolera con barriles a más de 150 dólares, aplicable a Colombia con pico de producción superior al millón de barriles diarios, que fueron también despilfarrados. Las cifras no mienten: 30.000 millones de dólares que llegaron al país por solo éste concepto.
Créditos y flujo de ingresos deben señalar un rumbo fructífero. Pero en Colombia, reto a los lectores a que me demuestren un progreso inminente basado en los recursos obtenidos con el endeudamiento y los recursos adicionales. Las pocas vías 4G, todas a medias y con problemas financieros, las vías terciarias inexistentes, las nuevas hidroeléctricas en teoría hasta ahora, cero avance en ciencia y tecnología, ningún impulso a la industria ahora en recesión, registramos el 50% el subempleo y el 10% de desempleo, la salud en crisis, los subsidios a los estratos menos favorecidos en vía de extinción. ¿Qué pasó entonces?
El régimen anterior se caracterizo por crear obligaciones en funcionamiento cada que ingresaban recursos. Santos creó más de 80.000 nuevos cargos, tales como nuevos ministerios, más embajadas y consulados, y nuevas entidades descentralizadas. Repartió mermelada a sus amigos políticos, y utilizó cifras escandalosas de recursos orientados a su imagen mundial, que lo llevó a obtener un premio Nobel de Paz, totalmente inmerecido. En pocas palabras, ese dinero se convirtió en gastos de funcionamiento, se esfumó, y las deudas quedaron como única herencia. Deudas que hay que pagarlas.
Las nuevas generaciones no entienden que cuando se adquiere un préstamo, se queda con una obligación que tiene consecuencias a corto, mediano y largo plazo. A corto, ya que se debe cancelar las cuotas de la deuda. A mediano, no permiten proyectar erogaciones extraordinarias para eventos puntuales y a largo plazo, pues no permite proyectar nuevas adquisiciones por estar comprometida la capacidad de pago. Es sencillo entenderlo: una deuda solo se debe adquirir cuando se tienen beneficios por la misma, pero endeudar a todo un país solo para gastos de funcionamiento es perverso.
A una ciudadanía indiferente con la situación critica de nuestras finanzas públicas, debiéramos empezar por ofrecerle pedagogía sobre la materia. Explicarles de entrada, que los ingresos del país a grandes rasgos provienen de fuentes tributarias, no tributarias, inversiones y participaciones en empresas. Tributarias: por medio de impuestos, No tributarias: multas, tasas e ingresos no impositivos. Inversiones: dividendos por acciones de empresas. Participación: empresas propias del Estado. A grosso modo, esos son los ingresos de la nación. A todos nos concierne los Tributarios, los impuestos que todos los Colombianos pagamos, sea persona natural o jurídica, rico o pobre. Todos, directa o indirectamente tenemos que pagar impuestos, incluso la canasta familiar, que mediante falacia se trata de excluir, prueba de ello es el 19% del IVA al comprar la carne, los huevos, justificado el impuesto en el flete de esos productos hasta las registradoras de las tiendas en vehículos que consumen gasolina. Y así sucesivamente, sumen y sumen porcentajes de otros gravámenes. La DIAN luego, tiene la misión más importante: el recaudo de éstos dineros, que año tras año aumenta aplicando las múltiples reformas tributarias batiendo récords. Este año la meta es de casi 150 billones de pesos, y los Colombianos no tienen de donde pagar más. Oportuno entonces, recordar la frase del ex Ministro Rudolf Holmmes cuando fue la cabeza del Ministerio de Hacienda, “debemos apretarnos el cinturón”. Hoy, casi 20 años después, no tenemos ni cinturón.
Los colombianos son muy buenas pagas. Ausente las protestas, pagan y pagan los impuestos por injustos que sean coadyuvando el logró de la cifra oficial pactada. Y ahora el ministro Carrasquilla, anuncia una nueva reforma tributaria argumentando que los recursos son insuficientes, señala un faltante de $25 billones para el presupuesto del año entrante. Si, más impuestos como solución. El país está en quiebra. El recaudo de la DIAN son $150 billones, los ingresos no tributarios y demás son simples especulaciones. Solo podemos contar con los $150 billones que recauda la DIAN.
Para el presupuesto del año entrante, el servicio a la Deuda (pago de intereses y amortizaciones de los prestamos que tenemos que pagar), son $66 billones. Pago de Pensiones (en Colombia solo hay 2.2 millones de pensionados y se debe destinar mucha parte del presupuesto del país para poderles pagar, ese tema se abordará en otro post), en pesos son $40 billones. Sistema de Salud son $28 billones, y Defensa (Fuerzas Militares y Policía), son $34 billones. Si mis matemáticas no fallan, solo con esos rubros se tiene un presupuesto de gastos de $168 billones.
El Estado no ha comenzado a funcionar, no se ha pagado un solo salario, no se ha enviado a ningún niño a la escuela, no se ha pagado los servicios públicos de la Casa de Nariño, no se ha enviado un solo peso a los municipios, no se ha invertido en una placa polideportiva, ni un kilómetro de nuevas vías, ni un mercado para los damnificados por el invierno, ni un subsidio a los desplazados por la violencia, nada de nada, y ya estamos cortos en 18 billones de pesos. El interrogante critico, ¿de dónde se saca el faltante?, ¿más deuda?. Pero como Colombia ya está sobre endeudado, las entidades financieras otorgarían el préstamo bajo la clasificación BBB que tiene el país, la consecuencia, intereses máximos por el alto riesgo. Créditos muy caros. Y si hoy se pagan $66 billones por servicio a la deuda, el año entrante estaremos más endeudados sin siquiera tener la capacidad de amortizar la deuda, solo se incrementa e incrementa.
Más que una reforma tributaria que rebosa la copa ante unos contribuyentes fatigados, se debe hacer una reforma fiscal, una optimización de gastos, un adelgazamiento del Estado. Eliminar embajadas, consulados, entidades, y miles de cargos burocráticos. Optimizar el gasto en defensa, imprimirle eficiencia al sistema de salud, evitando que los intermediarios continúen saqueando recursos tan sagrados. Medidas así como esas, resultan más que apremiantes.
Mis amigos lectores, estamos en crisis. Somos una familia en la cual ningún miembro tiene empleo y, solo por el avance en las tarjetas de crédito, jamas saldremos adelante. El país, con el nuevo gobierno, debe adelantar ajustes macro económicos que aplique una política sería en la Hacienda Pública. Eso fue lo que prometió Duque, un ajuste en los gastos del Gobierno, pero hoy, 4 semanas después de su posesión, no se anuncian medidas serias. Como ave de mal agüero, aparece el Ministro Carrasquilla, anunciando colocar impuestos a la canasta básica familiar. No son buenas señales.
Carlos Andrés Echavarría Blandón Es Ingeniero Civil de la Universidad Nacional, Especialista en Gestión Empresarial de la Universidad Santo Tomás, Creador de empresas y líder en emprendimiento con amplio reconocimiento público y privado en razón de sus Asesorías e interventorias.
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