“Como le encantaba a Escalona llenar de mentiras a las mujeres”, dijo en su momento
y con su cadenciosa voz que tanto caracterizaba a la Cacica Vallenata, Consuelo Inés Araújo Noguera,
cuando fue indagada sobre una de las letras que más le gustaron en su vida en el amplio recorrido
por este folclor, el que ella misma tuvo que defender a capa y espada, tanto en su natal Valledupar,
como en las altas esferas citadinas en Bogotá, cuando se hizo una de la más connotada y brillante
columnista del diario El Espectador, a través de sus escritos en “La Carta Vallenata”, la misma que
escribió y sostuvo a lo largo de 22 años en ese prestigioso periódico de estirpe liberal.- Después
agregó: “este es uno de los cantos más bellos que ha hecho Rafa, a mi me fascina, es un merengue, es
Honda herida” y enseguida lo canta:
Tal vez la suerte de la música vallenata hubiera corrido un peor destino del que muchos
pretenden todavía darle con sus letras chabacanas que no dicen nada, sino hubiera aparecido en su
camino el carácter y la reciedumbre de una mujer que tuvo la firme decisión de tomar estas banderas
y defenderlo cuando muchos de sus paisanos no daban un peso por su futuro, al extremo de
calificarlo como una música de borrachos que a lo sumo alegraba a los campeches pobres en sus
eternos descansos de los domingos cuando no les tocaba atender las fincas ajenas.- Habrá que
imaginar, además y como si le faltara otra oreja a la olla, que estaba en una sociedad machista, como
aún lo es, y el sólo hecho de expresar su respaldo hacia este sentimiento musical con tanta
vehemencia como solía hacerlo a través de los medios locales, le fueron creando un aura de mujer
con un talante como pocas.- De su vida siempre habrá mucho que contar, sobre todo porque fue una
persona que lo dio todo de sí hasta el punto de morir a causa de los tiros cobardes propiciados por
unos guerrilleros que la habían secuestrado con la ilusión de hacerse a un botín económico y no del
alma que había sido capaz de poner el nombre de Valledupar en los idiomas del mundo entero.-
Vino al mundo el jueves primero de agosto de 1940 en el hogar compuesto por Santander
Araújo y Blanca Noguera y fueron sus hermanos Jaime, Alfredo, Mireya, Elvira, Álvaro, Emelina,
Rodolfo e Isabel y tras la muerte de su padre, cuando Consuelo apenas contaba con 14 años de edad,
tuvo que dejar de asistir al colegio ya que las mujeres de la familia fueron las encargadas de proveer
económicamente para los estudios de los hombres de aquella casa.- A los 18 años recién cumplidos
contrajo matrimonio con el abogado, militar y hacendado Hernando Molina Céspedes, un hombre 13
años mayor que ella, de familia acaudalada y con propiedades en Patillas, de cuya unión nacieron
Rodolfo, Hernando "Nandito", Ricardo, María Mercedes y Andrés Alfredo Molina Araújo, relación que
se mantuvo hasta el año de 1979 cuando la pareja tomó la decisión de separarse.- Su capacidad de
liderazgo y de conocer los temas a puro pulso y la amistad que tuvo su primer esposo con personajes
de la talla del escritor cienaguero Álvaro Cepeda Samudio, de la pintora Cecilia Porras, de Rafael
Escalona Martínez y de Gabriel García Márquez, le permitieron pisar los terrenos de la leyenda y fue
así como en 1968 salió a la luz pública el primer festival de música vallenata y un año más tarde el
periodista Hernando Giraldo le dio su segundo bautizo al llamarla la Cacica, que llevaría por siempre
hasta aquel aciago día sábado 29 de septiembre del 2001 cuando fue muerta de manera cobarde en el
sitio la Nevadita, a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar, en una cuchilla de la Sierra Nevada de
Santa Marta.- La historia dice que murió con su traje color mandarina ribeteado de azul oscuro, estilo
safari, un collar guajiro y zapatos bajitos con un mensaje escrito que a la letra decía: “Jesús, hijo de
David, ten compasión de nosotros, que somos pecadores.-
Ahora que estamos a punto de celebrar los 35 años de la ceremonia de la entrega del
premio Nobel de Literatura a Gabriel García Márquez, habrá que recodar que Consuelo Araújo Noguera
fue la encargada de organizar y liderar la comitiva vallenata que acompañaría al escritor colombiano
al majestuoso evento realizado en el Aoso Gymnasum de Estocolmo, Suecia y fueron sus invitados los
Hermanos López y Los Hermanos Zuleta que acompañaron a la comitiva a ritmo de vallenato.- Eso le
dio para escribir este bello relato: "Cuando las notas de Emilianito y la voz prodigiosa de Poncho
comenzaron a cantar, cuando en un rapto de emoción Poncho me pasó el micrófono para que le
ayudara en el coro, vi detrás de mis propias lágrimas, a Tachia Quintana —una vasca amiga de los
García Barcha— con la cara entre sus manos, presa de un llanto compulsivo. Después ella misma me
dijo que cuando sonó el primer acorde casi grita, porque estaba pensando en ese paseo que García
Márquez le enseñó hacía más de 20 años en París, cuando no tenían calefacción ni mucha comida".
“Fue algo apoteósico, delirante, mágico. Los aplausos que retumbaban en el salón hicieron que
Emiliano y Pedro y Pablo acometieran los compases de la ‘Patillalera’ que fue recibida con otra
ovación y con Gabo echado hacia bien atrás en su silla para poder mirar hacia donde estábamos los
descendientes de Francisco el Hombre rindiéndole a él el tributo de nuestra admiración”. Allí se
revivió la primera vez que el laureado escritor Cataquero reveló a los lectores su pasión por la música
vallenata.- Fue en mayo de 1948 a través de un artículo suyo en el diario cartagenero El Universal que
empezaba diciendo: “No sé qué tiene el acordeón de comunicativo que cuando lo oímos se nos arruga
el sentimiento”
Tras su muerte violenta fueron condenados Omar Antonio Castrillón Luque, alias César,
Cecil Alfonso Rodríguez Sánchez ‘Amauri’ y Samuel Arias Galvis el ‘Tigre’, integrantes del frente 59
de las Farc y con toda la historia que nos dejó la Cacica que a veces firmada juntado sus dos
apellidos, es bueno recordarla con una letra que le hizo su amigo en la eternidad, Diomedes Dionisio
Díaz Maestre.-