LO ESPECIAL DE CADA SER

Greta era una sombrilla gigante que vivía en casa de los Killer, amaba los inviernos porque todo el día la sacaban a pasear y le encantaba ver los parques, las calles, así fuese de manera rápida y así terminara empapada; ya se había acostumbrado en los tiempos de verano a quedarse largas temporadas guardada en un cuarto de rebujo en una esquina, solía cantar, imaginar paisajes, dormir demasiado y soñar con que de nuevo volviese a llover.

Esta sombrilla era completamente transparente casi ni podía percibirse de no ser por los alambres que la constituían, y poco a poco fueron llegando a la casa sombrillas de colores, otras de círculos brillantes a tal punto que aún en invierno nadie quiso usarla, y aunque lloviese nunca volvió a salir de aquel cuarto, aún desde la ventana podía observar las gotas en el exterior, signo que antes le hacía feliz pues le indicaba que pronto saldría y recorrería diversos lugares, ahora estas gotas solo le recordaban que pronto sería desechada cuando necesitaran más espacio para otras sombrillas, la vida de Greta se derrumbó.

Podía ver los resplandecientes colores de sus compañeras de cuarto y comprendía por qué ya nadie la usaba, eran tan luminosas que captaban toda la atención de la familia y hasta en días de sol deseaban usarlas.

Cierto día la señora Killer en lugar de ir ella le dijo a su pequeña hija que fuese por dos sombrillas pues llovía, ella corrió al cuarto y observó a todas las sombrillas, saludando una por una, tomó en sus manos la amarilla con violeta para su madre, Greta no se inquietó sabía que ella no sería la elegida, pero de repente estas manitos la apretaron suavemente, y la llevó con ella, después de tanto tiempo la invadió de nuevo esa sensación de felicidad que hace mucho no sentía, ¿por qué la habían elegido esta vez? Ese pequeño ser tenía un hermoso plan.

Salió corriendo y empujó a su madre casi estrujada de la casa, en medio de la lluvia sacó a Greta y mirando hacia arriba vio como esta sombrilla transparente se extendía en el cielo, y a través de ella, de su color en apariencia inútil y banal, podían verse de manera sublime como caían una por una las gotas de lluvia, y esas nubes oscuras que cubrían el firmamento, comenzó a bailar, bailaba con la lluvia, su madre tuvo que forzarla a guardar la sombrilla cuando llegaron al lugar al que se dirigían.

Día tras día en tiempos de lluvia esta niña corría a tomar en sus brazos a Greta para contemplar el cielo a través de ella y danzar con cada gota que quedaba en la superficie.