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LA DIFÍCIL HISTORIA DE UNA COMETA


MILDRED ESTEFANÍA ROLDÁN LÓPEZ
Escritora de relatos infantiles
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Lila la cometa adoraba cuando Juan la llevaba al parque y le permitía volar entre las nubes, podía observarlo todo desde allá arriba, bailar de un lado a otro descubriendo nuevos paisaje, nuevas alturas, sintiendo el viento… era el momento más mágico de todos.
Cuando Lila volaba nadie podía resistirse y la contemplaban desde abajo, tenía hermosos papeles de colores que adornaban perfectamente su forma romboide, preciosas y largas cadenas sujetadas a cada esquina que hacían de su movimiento una obra de arte sincronizada y danzante.

Y no solo quienes la veían se llenaban de regocijo y se sorprendían, sino Juan aún más que todos amaba sentir la cuerda, la necesidad de soltarla o acortarla, llevarla de un lado a otro y ver como comenzaba a hacerse más chica en cuanto más subía decorando el cielo como una flor en el pasto.
Los viernes en la mañana eran los días usuales en que Juan iba al parque, Lila despertó emocionada, no veía la hora de salir y divertirse, esperó y esperó pero Juan no aparecía a tal punto que empezó a entristecerse, mucho tiempo más tarde llegó con prisa y con ella sonriente corrió al parque aunque ya estaba muy tarde. A pesar de que el cielo comenzaba a oscurecer ella se sentía feliz y comenzó a danzar por un rato, iba subiendo y subiendo un poco más de lo normal, sentía todo cada vez más frío y el viento pasaba de guiarla a golpearla con fuerza, un enorme sentimiento de miedo la invadió y angustiada miro hacia abajo para que no la subiesen más pero no pudo ver a nadie, solo el final de su cuerda suelta, estaba a la deriva, pudo ver como una tormenta se acercaba y aterrada trató de mover su cuerpecito de papel huyendo, pero era inútil la tormenta había empezado, dio un terrible grito y sus ojos se cerraron a medida que estos vientos salvajes la golpeaban causándole dolor.

La luz del sol la despertó, asombrada abrió sus ojitos, se encontraba enredada en la rama de un árbol, el sol la calentaba y el día estaba radiante eso la tranquilizó un poco, pero después de un tiempo al intentar soltarse supo que no podría
salir de allí, ni volver a ver a Juan, ni jugar en el cielo, comenzó a llorar tristemente durante horas y horas, pero algo la interrumpió, al mirar al frente vio una fila de hermosos pajaritos que la observaban inquietos, qué era ese ser que estaba allí llorando, Lila cesó su llanto y también los observó curiosa, al ellos ver que ya no lloraba, volvieron al nidito frotándose unos a otros y jugando, Lila comenzó a acercarse, el cantar de estos pajaritos le gustaba mucho, hasta el punto en que ellos también sintieron su compañía, y despertaban juntos, entonaban canciones juntos- Lila hacía todo su esfuerzo- dormían a la misma vez, cuando el viento inofensivo para Lila pero mortal para los pájaros se aproximaba Lila los cubría manteniéndolos a salvo, comenzando a sentirse a gusto allí.

Cuando la tarde comenzaba a caer vio como una nube oscura se acercaba, comenzó a temblar, pues era una tormenta, el viento comenzó de nuevo a hacerse agresivo, y en medio de su soplar soltó la cuerda de Lila que estaba engarzada desprendiéndose de aquel árbol, asustada pensó que no se salvaría pero aunque el viento soplaba fuerte la nube gris había sido pasajera, el cielo se encontraba despejado y ella estaba volando, al comienzo tuvo mucho miedo pero luego vio como el viento no la dejaba caer y que la llevaba de un lado a otro como si alguien la estuviese volando, y ella comenzó a divertirse, tras varias horas el viento fue cesando y quedó posada en otro árbol, al otro día nuevamente la ráfaga de viento volvió y ella pudo danzar de nuevo, así cada uno de los días, hasta que se sentía tan feliz que cada día era una nueva sorpresa, ya no volaba solo los viernes en las mañanas, podía hacerlo todos los días de manera libre, cuando pensaba en Juan no podía evitar sentirse triste, pero en su nombre hacía hermosos movimientos recordando siempre que gracias a él aprendió a volar pero que sola acompañada por el viento, ahora también podía hacerlo.

La vida siempre traerá momentos difíciles que harán que perdamos la esperanza pero después de la tormenta siempre vendrá el sol radiante y una bella corriente de aire que nos impulse a volar.

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El viento puede llevar en su corriente cosas asombrosas, en esta ocasión el viento trae la nueva historia de nuestra columna infantil, disfrútala.